Jesús entró en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían, diciéndoles: «Está escrito: ‘Mi casa será casa de oración’. ¡Pero vosotros la habéis hecho una cueva de bandidos!»
Enseñaba todos los días en el Templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y también los notables del pueblo buscaban matarle, pero no encontraban qué podrían hacer, porque todo el pueblo le escuchaba pendiente de sus labios.
«Misa-Porque Dios lo ha querido» © Autorización de Fernando Leiva
«Reza Nation» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
Necesito un látigo
que restalle fuerte
para golpear, con estruendo,
cerca de las poltronas
y las tarimas,
donde se encaraman
los que mienten,
los que comercian con miedo
y levantan celdas de oro.
Necesito unas manos
cerradas,
frente al mercader de credos;
una mordaza de hielo
y una palabra de fuego
para silenciar
al embaucador
y proclamar tu evangelio.
Necesito un corazón
cargado de coraje
y resistencia
para no dejarme llevar
por lo cómodo, lo injusto.
Necesito una ventana
que me permita asomarme
a Ti, Jesús,
forjador de lo eterno.
(José María R. Olaizola, sj)